Pongámonos en situación: acabamos una comida abundante, tan típica y frecuente de las fechas navideñas. Es la hora de pagar la cuenta, después del café de rigor, y el camarero, esbozando una sonrisa se acerca a la mesa para ofrecernos un chupito, “el digestivo al que invita la casa”. Ante ello, no podemos más que asistir y disponernos a disfrutar de este último capricho antes de dejar el restaurante. La pregunta que podemos plantear ante un escenario de estas características es: ¿realmente tiene beneficios tomar un licor después de comer? La respuesta es sí, pero con matices. Vamos a verlo a continuación.